Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y de la primera no estoy seguro. Albert Einstein
A mi entender Einstein estaría un poco mosca con alguien cuando hizo semejante afirmación. Aunque no le falte razón, dudo que fuese sólo la estupidez humana la culpable de semejante mosqueo. Es más, para mí que el verdadero motor fue otra de esas cosas que también pueden ser infinitas:
Ego
Quiero pensar que ya estás familiarizado con él, pero aún así lo describiremos un poco.
El ego, para resumirlo en una frase sencilla, en la actualidad viene a ser la parte de nuestra consciencia responsable del complejo de inferioridad.
¿Has sentido envidia —de la mala— por la dicha de alguna persona cercana o conocida? ¡Ego!
¿Te cuesta reconocer tus errores a los demás o, incluso, a ti mismo? ¡Ego!
Es más, ¿te cuesta verlos siquiera? ¡Ego! No, eso ya es ignorancia. Aunque si viene definido por lo que menciona Einstein —estupidez—, sí, el motor sería el ego.
¿Te molesta que alguien cercano haga alguna cosa mejor que tú? ¡Ego!
¿Tienes la necesidad de demostrar algo? ¿Necesitas validación? ¡Ego!
Ego, ego, ego… Como puedes ver, me podría pasar una temporada completa poniendo ejemplos. O lo que es lo mismo: estamos hablando de algo muy común, muy generalizado.
Por qué existe
A mi forma de ver, su función es primordial si tenemos en cuenta de dónde venimos.
Partiendo de la base evolucionista, el ego es necesario para el autoconcepto y, consecuentemente, para la supervivencia.
Cómo surge
En un mundo hostil, donde al final estás solo, necesitas dos cosas:
- Lo primero: estar a la altura —supervivencia básica—. Ser capaz de afrontar las necesidades primordiales: nutrirse, descansar, protegerse del clima, etc.
- Lo segundo: ser el mejor —supervivencia extrema—. Hablamos de los momentos en los que tenías que luchar o huir. Tu vida dependía de esa situación concreta.
Aceptando estas premisas, tenemos que añadir que, para asegurar la supervivencia personal, como homínidos que somos, necesitamos formar parte de un equipo.
Al formar una tribu, aparece un sistema emergente: las dinámicas sociales. Un sistema complejo lleno de nuevas «normas» entre las que aparece la jerarquía: caracterizada, por aquel entonces, por la imposición de poder —algo que no ha evolucionado mucho.
Tras este sistema emergente, ya no sólo basta con estar a la altura con el medio sino también con las dinámicas sociales de la tribu. Y teniendo en cuenta la naturaleza de la jerarquia, lo más ventajoso es destacar o, mejor dicho, imponerse dentro del grupo en algo.
Aquí es donde se potenciará, a su máxima expresión, el ego.
Cómo funciona
Puesto que estamos hablando de que el ego no es más que una herramienta psicológica totalmente emocional e instintiva, ésta nos permite:
- Por un lado, tener consciencia de nuestras capacidades: al estar constantemente comparándonos con los demás —Criterio.
- Y, por el otro, tener una autocrítica emocional: que actuará como motor competitivo —Ímpetu.
Con semejantes ingredientes, lo normal no es que nos conformemos con «estar a la altura» y ser uno más sino que sintamos una emoción fuerte para superarlos, o mejor dicho, imponernos.
Entonces, por qué ahora es un lastre
Si estamos de acuerdo con lo anteriormente expuesto, es evidente la espectacular ventaja evolutiva que eso… ofrecía.
Pero, bajo mi punto de vista, estamos hablando de un mecanismo bastante obsoleto. Déjame explicarte por qué…
En el principio todo eran limitaciones. La mentalidad de escasez imperaba en el ambiente. Y no les faltaba razón.
A media que el número de componentes de la tribu fue creciendo, por un lado, apareció la distribución del trabajo —especialización— y por el otro simultáneamente, fueron apareciendo nuevas posibilidades, nuevas tareas, nuevas responsabilidades.
Mientras que quizá al principio sólo existía la recolección, con el descubrimiento de los utensilios se pudo dejar de comer las sobras que dejaban otros depredadores de sus presas y empezar a cazar y pescar. Con ello aparecería el utillaje, la caza y la pesca.
Me viene también a la cabeza como la recolección se minimizaría con el descubrimiento de la agricultura. Y saliéndome un poco del tema, quiero felicitar a ese primer primate que tuvo fe y, a pesar de no ver resultados durante ¿semanas, meses?, siguió abonando, regando y cuidando la tierra con las semillas que había plantado hasta ver sus frutos. Todo mi respeto y mi admiración.
Volviendo al tema, gracias a toda esta revolución se empezaron a minimizar las limitaciones y con ello a multiplicar las posibilidades para destacar en las distintas habilidades emergentes: Recolector, cazador, agricultor, pescador, guía, inventor… Incluso dio para dedicarse a las supersticiones —chamán— y hasta a la pintura o a la música.
Aunque cueste de ver, en la actualidad existen tantas posibilidades de ganarse la vida como personas hay en el mundo por lo que la competitividad y la imposición, sencillamente, ya no tienen cabida.
¿Quiere decir que tenemos que erradicar el ego?
Mi respuesta es no. Además, dudo que algo tan intrínseco del ser humano pueda erradicarse sin conllevar una pérdida importante de humanidad.
Opino que lo que debemos hacer es aprovechar su potencial —motor emocional— reprogramándolo al medio actual.
Estamos en una era distinta donde la competitividad ha dejado paso a la cooperación. Así que, tenemos que adaptar ese motor para tal uso.
¿Cómo?
Entendiendo su funcionamiento —recientemente explicado— y haciendo unas pequeñas variaciones.
El primer factor: —Criterio: tener consciencia de nuestras capacidades—, es algo crucial por lo que eso lo dejaremos intacto.
El segundo factor —Ímpetu: tener una autocrítica personal—, tendremos que replantearlo para que funcione de manera constructiva, no destructiva.
¿Cómo lo replanteamos?
Debemos mirar a nuestro alrededor y, en lugar de dejarnos llevar por la envidia o impotencia con los demás por compararnos, tener la actitud de referencia y aprendizaje. La clave no está en compararnos con ellos sino con nosotros mismos. Ellos tienen que ser sólo inspiración y guía.
El principal error de nuestro ego es alimentarlo con mentalidad de escasez. Creer que si alguien tiene un recurso tú ya no lo puedes tener.
Mira a tu alrededor, ¿de verdad existe un límite? A mí me basta con mirar al universo y, por ejemplo, saber que hay más galaxias que granos de arena en toda la tierra. Y estamos hablando de lo que hemos descubierto hasta el momento, que presumiblemente es muy poco o, prácticamente, nada.
Es muy fácil que los árboles no te dejen ver el bosque, pero eso no significa que no esté ahí para ti si decides levantar la vista.
Soy Ray Havana, gracias por tu visita y que tomes excelentes decisiones.
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