¿Qué es abundancia?

Una de las mejores formas de afrontar un reto es viéndolo desde la perspectiva radicalmente opuesta.

Así pues, si hablamos de abundancia, tendremos que enfocarnos en términos de escasez.

De esta manera, si la abundancia significa gran cantidad de algo, la escasez vendría a ser gran ausencia de eso mismo.

¿Y si te dijera que hay otra forma mucho más constructiva de verlo?

Hagámoslo al revés: veamos la escasez desde la perspectiva de la abundancia.

Entonces…

¿Qué es la escasez?

Es la abundancia de nada.

—¿Pero Ray, qué demonios estás diciendo?

Déjame explicarte.

No hace falta más que mirar al universo para darnos cuenta de la inmensa abundancia que existe.

Abundancia que, por otro lado, no lo es para nosotros puesto que sólo nos enfocamos en lo que entendemos que nos es útil.

¿Qué quiero decir con ésto?

Aunque suene muy criticable e incluso algo esotérico, muchas veces esa escasez no es más que el resultado de nuestra opinión, de nuestra interpretación de los hechos, de nuestro desconocimiento.

Aquí te enseño un ejemplo gráfico.

Lo que para la mayoría es un coche sucio, para Scott Wade es un lienzo perfecto para crear arte en movimiento ya que lo puedes mostrar en tu coche allá donde quiera que vayas.

Por eso se dice:

El mundo avanza a pasos de gigantes.

Y es que esta frase encierra un concepto fundamental:

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A su vez, ese conocimiento acumulado ha servido para que otros “gigantes” mejoren y creen cosas nuevas a partir de las establecidas.

Piénsalo bien: Si no hubiese sido por las grandes aportaciones de pequeños genios —normalmente en contra de lo establecido y, hasta en ocasiones, arriesgando sus vidas por trasgresores— todavía estaríamos en las cavernas.

Te hablo de cosas materiales como:

Paleolítico:

• El fuego —600.000 a.C.
• Vestidos de pieles —500.000 a.C.
• La primera herramienta: lanza de madera —400.000 a.C.

Mesolítico:

• Peine —8.000 a.C.
• Agricultura —6.000 a.C.

Neolítico:

• Ganadería —5.000 a.C.
• La rueda —Mesopotamia 3.500 a.C.
• Tinta —Egipto 3.200 a.C.
• Calendario y escritura —Sumerios 3.000 a.C.

Saltándonos unos cuantos siglos…

s. IX

• Imprenta de libros —China. 868.

s. X

• Pólvora —China, 950.

Más adelante…

s. XVIII

• Piano —Italia 1.700. Bartolomeo Cristofori.
• Automóvil —Francia 1770. Nicholas Joseph Cugnot.

s. XIX

• Bicicleta —Alemania. 1816. Karl D. Sauerbronn.
• Teléfono —1876. Alexander Graham Bell.
• Bombilla —1879. Thomas Alba Edison.

s. XX

• Aspiradora —Inglaterra. 1901. Hubert Cecil Booth.
• Penicilina —Inglaterra. 1928. Sir Alexander Fleming.
• Guitarra eléctrica —1932.
• Internet —1969.

Hasta nuestros días con aportaciones tan impactantes como el Ipod, Google o Facebook.

Pero no sólo la creación de herramientas ha sido importante, también lo ha sido el impacto de los conceptos de grandes pensadores:

Sócrates, Hipatia, Pitágoras, Newton, Sor Juana Inés de la Cruz, Nietzsche, Sigmund Freud, Albert Einstein…

Y, por supuesto, de personalidades tan poderosamente carismáticas que han impuesto su voluntad —tanto para bien como para mal.

Julio César, Santa Teresa de Jesús, Mahatma Gandhi, Martin Luther King, Hitler, Nelson Mandela, Juana de Arco, Napoleón, Margaret Thatcher…

Sin embargo, para la mayoría de nosotros basta con escuchar alguno de esos nombres para no sentirnos nada identificados. Y es que, tendemos a creer que la realidad de estos genios es una totalmente paralela a la nuestra: sin ningún punto de contacto.

Y, como diría Henry Ford: Tienes razón.

Un ejemplo sería:

El miedo a equivocarnos

Para no hacerlo perfecto, mejor no la hago.

Estamos seguros de que los errores conducen al fracaso y ésta es la vía más directa hacia la escasez —pérdida de autoestima, recursos, etc.

Cuando en realidad, todas y cada una de las personalidades mencionados anteriormente, encontraron el camino al éxito a través de la senda de los errores y el aprendizaje que recibieron gracias a estos.

Además de que…

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Unas veces se gana y otras se aprende. John C. Maxwell.

Otro ejemplo:

La abundancia y la prosperidad se miden en posesiones

Tanto tienes, tanto vales. Refrán.

Y yo te digo:

Dime de que presumes y te diré de qué careces. Refrán.

Much@s tendemos a quejarnos de que no tenemos suficiente dinero para hacer esto o aquello y sin embargo, el bien más preciado que tenemos, tendemos no sólo a no valorarlo sino a malgastarlo.

¿Cuál es ese bien?

Tu tiempo.

De hecho…

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Y mucho me temo, amigas y amigos, que éstas sólo se darán si empezamos a confabular para cambiarlas. Date permiso para ir a por lo que quieres y proclámate responsable de tu vida… o marchítate lentamente esperando a que la suerte se ponga de tu lado.

Volviendo al caso del artista Scott Wade, hacia el final del vídeo nos regala un mensaje precioso en el que viene a decir que aunque su arte es de muy corta duración, —ya que se desvanece con facilidad— en lugar de sentirse mal por ello, él lo aprecia más —si cabe— por la simbología que encierra:

«There is something very nice about that, very kind of a spiritual message, too: We are not here forever. (…) You have to enjoy life as it goes by.».

No estamos aquí para siempre: Hay que disfrutar de la vida a cada instante.

La escasez no existe. Existe la abundancia de escasez.

Malgastar es la clave. El mal uso de las cosas hace que se desperdicien, pero eso no quita su abundancia. Eso es que no hemos aprendido a sintonizar con esa abundancia.

Y si no, observa a la naturaleza: ¿Acaso los excrementos son un desecho como lo son para nosotros?

Otro ejemplo en la naturaleza son las “malas hierbas”. Hierbas que suelen prosperar mucho y que precisamente por esto podemos llegar a odiar. Nos puede fastidiar que ganen la batalla de la supervivencia a las que consideramos buenas. ¿Estamos, pues, odiando a la prosperidad?

Efectivamente, estamos de alguna manera, nadando contracorriente.

No quiero decir con esto que eso sea algo negativo, sino lo que es.

En ocasiones lo más inteligente será nadar contracorriente y en otras ocasiones será mejor buscar una alternativa, una corriente que quizá no esté tan lejos y con solo desviarnos a ella nos lleve en el sentido que queremos, como sucede en la navegación.

Cómo convertir la abundancia —de escasez— en prosperidad

En el paradigma pasado —por el que aún transitamos—, la abundancia viene, casi por completo, asociada con la prosperidad económica y aunque es una parte, no es ni de lejos suficiente para abarcar el término.

Es normal que se utilice de forma metonímica —la parte (economía) por el todo (abundancia)— puesto que…

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Como anécdota: Hay ciudades en las que tienes que pagar hasta para ir al baño en lugares públicos.

Y —como signo de último coletazo—, en lo que se denominan «vuelos low cost», una compañía emblemática en el sector como es RyanAir, ha anunciado que también van a poner los baños de pago…

Así que vivimos en un dilema.

¿Qué es prosperidad: Tener más o necesitar menos?

Prefiero ser pobre, pero feliz. Ignorancia.

¿En serio?

Mal de muchos, consuelo de tontos. Refrán.

No es más rico el que más tiene sino el que menos necesita. Anónimo.

Totalmente de acuerdo, pero de la misma manera que abundancia no se limita al término económico, pobreza tampoco lo hace.

Ser pobre conlleva a no tener lo necesario de algo para vivir, así que no puede estar más cerca de la infelicidad.

La idea que quiero aclarar es que tan negativo es quererlo todo como lo es conformarse con nada. La clave: equilibrar nuestras necesidades.

Y para eso necesitamos ser conscientes de cuales son nuestras necesidades.

Hay que diferenciar entre necesidades reales y falsas o adquiridas.

Las reales son aquellas sin las que tu supervivencia es cuestionada: en su mayoría son necesidades fisiológicas:

Nutrirse, deshacerse de los desechos fisiológicos, moverse, descansar…

Las falsas o adquiridas son aquellas que surgen cuando las reales están cubiertas y no has entendido algo muy importante: necesitar es opuesto a querer.

De hecho, y como suelo mencionar en todos mis artículos, la necesidad nace desde el miedo a perder mientras que querer desde la voluntad de tener —siempre y cuando esta voluntad no encierre ningún tipo de miedo (como pueda ser la codicia u ocultar cualquier otro tipo de carencia). Con lo cual, estaremos hablando de un acto de amor.

Por eso decimos que, en una relación, la frase que debe imperar es:

Te quiero, pero no te necesito. Amor.

Resumiendo:

¿La abundancia es algo interno o externo?

Yo siempre creo en el equilibrio. La vida no es sólo lo que pasa dentro de ti sino todo eso combinado con lo que te rodea.

La abundancia o la riqueza no es tal si no puedes o no sabes compartirla.

Por lo tanto tener paz interior y no necesitar nada ni a nadie deja de ser abundancia por definición. Del mismo modo, tener mucho de cualquier cosa —material o espiritual— y no saber compartirlo tampoco es abundancia.

Y digo “saber” porque dar a los demás no es sinónimo de compartir. Mucha gente confunde esto.

Compartir es nutrirte de la sensación —diferentemente enriquecedora— que te ofrece otro ser vivo —porque puede ser también una mascota—de una experiencia, gracias a la influencia que ésta genera; sin necesidad de cualquier otro tipo de intercambio.

Cómo ese ser hace que varíe esa experiencia comparado a cualquier otro o a la experiencia en solitario, supone la recompensa en sí misma.

Sin embargo, dar algo con ánimo de recibir una contraprestación es un intercambio.

Esto no significa que intercambiar sea algo negativo sino todo lo contrario puesto que la idea es beneficiar a ambos. De hecho, la mejor forma de abundancia se da cuando nos nace dar una contraprestación a alguien que nos ha compartido algo sin sentirnos obligados a hacerlo.

Por ejemplo, el hecho de que yo comparta esta información gratuitamente genera un impacto positivo en ti ya que te está beneficiando. Para mí, saber que este artículo ayuda positivamente en tu vida me aporta sensación de plenitud.

En este punto ya estamos alcanzando un nivel óptimo de compartir.

No obstante, si gracias a la experiencia que recibes te nace aportar tu granito de arena con un comentario, estamos hablando ya de contraprestación. Algo que retroalimenta mi inversión, estimula mi experiencia y me motiva a seguir creando material ya que tu opinión me orienta y comunica quién eres y cuales son tus inquietudes.

Si además de comentar y generar una comunidad, te nace también compartirlo con tus seres queridos expandiendo mis artículos a más personas que puedan estar interesadas en este tipo de contenidos, mi motivación —al igual que mi alcance— crecerá y me dará más fuerza y motivación para seguir trabajando en más y mejores artículos.

Y como quiero premiarte por estar aquí apoyándome se me ha ocurrido el siguiente concurso: contraprestación.

Concurso: Tutoría online gratuita

No me gustaría terminar sin ofrecer un premio al que resuelva una anécdota tan espeluznante como merecedora de ser mencionada.

He intentado encontrar el artículo pero como no lo conseguía por falta de datos se me haya ocurrido trasformar esta escasez —ausencia de la noticia— en abundancia —concurso como premio al que la encuentre o acierte la respuesta.

Nota: ¡Ojo! Sólo entrarán en concurso los comentarios recibidos en el blog. Los comentarios en el vídeo de YouTube no entran en el concurso.

Venía a ser algo así…

Sucedía que un magnate se fue de vacaciones a ¿Mallorca? —no estoy seguro del lugar ni la duración—. El caso es que tenía un dilema:

—De los 80 coches de lujo que tengo: Deportivos, Todoterrenos, Clásicos, Limusinas, etc. ¿Cuáles me llevo y cuales abandono en casa?

De los que acertéis —repito, comentando únicamente en el vlog— sortearé una tutoría online por Skype en la que trataré de ayudarte a resolver las dudas que me formules tanto de tu propósito como de Dinámicas Sociales.

Como hay dos opciones en la respuesta habrá dos premios posibles:

1. Si sólo aciertas la respuesta: 30 minutos de asesoría.
2. Si además añades el enlace de la noticia: 1 hora.

Soy Ray Havana, gracias por tu visita y que tomes excelentes decisiones.