Se dice que el 98% de los seres humanos no sabemos qué queremos hacer en la vida. Básicamente somos un barco a la deriva y como bien dice la frase: «Para un barco sin rumbo no hay viento favorable».
Y sí, yo he pertenecido a ese inmenso porcentaje toda mi vida. Haciendo un poco de aquello y un poco de esto y de lo de más allá. Y aunque la frase «el azar reparte las cartas pero tú eres el que las juegas» es muy bonita y significativa, jugar a las cartas sin conocer las reglas puede resultar bastante frustrante… Por no decir poco motivante e incluso aburrido.
Y esencialmente ése es el motivo por en cual decidí emprender esta experiencia: Comprometerme con este rumbo y compartirlo con todos aquellos que también quieran comprometerse con los suyos.
Bajo mi punto de vista considero que la felicidad, paz, armonía, alegría, bienestar, etc. aparecen cuando tenemos la sensación de que crecemos, evolucionamos. De que existe un poderoso motivo que nos impulsa a comernos cada día para conseguirlo.
El estancamiento y la necesidad de aferrarse al pasado, por el contrario, son los ingredientes más predominantes en la receta de la infelicidad y el fracaso. Y ya que estamos de frasecitas… «Lo único que nunca cambia es que todo cambia». El cambio, no sólo es inevitable sino que es necesario y, como dice Darwin «No sobrevive el ser más fuerte sino el que mejor se adapta al medio», así que una de las cosas que aprenderemos aquí es a dejar de vivir en «el mundo de las ideas», ser conscientes de la realidad en la que nos encontramos, aceptar la situación actual y en base a ello actuar en consecuencia para lidiar con la situación de la manera más efectiva posible.
¿Te apuntas?