A estas alturas ya habrás oído hablar de la «secuencia» SER · HACER · TENER.
Allá donde busques encontrarás el mismo mensaje con distintas palabras.
Parece ser que hubo alguien con suficientes miras como para crear el concepto y expresar un borrador de su funcionamiento. A partir de ahí, el resto de predicadores se limitaron a repetir como los loros y jamás se pararon a pensar si este concepto podría ser optimizado.
Pues bien, éste es mi propósito.
Primero que nada, me gustaría apuntar cual es la visión generalizada de este magnífico concepto para, finalmente, optimizarlo.
Todo el mundo que habla de la secuencia SER · HACER · TENER, lo resumen con estos 3 puntos:
TENER no da la felicidad
La inmensa mayoría cree que la felicidad está únicamente en el tener.
Pensamientos como: Cuando encuentre a mi media naranja estaré completo; o cuando tenga dinero podré hacer lo que siempre soñé: viajar; o cuando consiga un cuerpo diez las dinámicas sociales serán mucho más fáciles… etc.
Y en este punto estoy de acuerdo: creemos que la felicidad está en los regalos. Que equivocados que estamos: La felicidad está en los premios.
Obtener sin HACER
Muy pocos están dispuesto a pagar el precio.
En este punto también coincido. Es por eso que la lotería, las apuestas y la mentalidad del pelotazo tienen tantos adeptos. Sin embargo, estudiar y formarse sólo si nos aseguran un puesto de trabajo estable.
¿Sabes lo que es verdaderamente triste?
Queremos ganar sin jugar.
Es tan ridículo como decirle a un árbol: —Primero dame tus frutos y después, si eso, ya te riego…
Sólo el SER da la felicidad
La clave está en el SER. No en el TENER ni mucho menos en el HACER. La única forma de conseguir la felicidad es de forma interna.
Un rollito muy happy flower del pensamiento positivo y la ley de la atracción combinadas que lo único que hacen, en realidad, es retroalimentar y repotenciar —como un bucle— a la mentalidad del pelotazo: No hagas nada, tan sólo piensa bonito y ten fe que la suerte llamará a tu puerta.
Mi recomendación: Si lo vas a hacer, espera sentado… O como diría mi amiga Sara: —coge número, siéntate y espera a que al universo le importes…
Básicamente se trata de un pensamiento fanático/religioso que predica algo así: Nos han puesto en un entorno material para ponernos a prueba, pues debemos demostrar que no necesitamos a la materia.
Obviamente, en este punto discrepo enérgicamente.
Resumiendo
El mensaje de la secuencia SER· HACER · TENER en una frase sería: Encuentra tu propósito, cree o trabaja en él y conseguirás tus sueños.
Pero Ray, ¿no es eso exactamente lo que tú predicas?
Nada más lejos de la realidad
Exactamente no. Y es que hay una, aparentemente, ligera variación que marca completamente la diferencia.
Mientras que para todos estos predicadores el concepto es secuencial —es decir, de una única dirección: si no eres, por mucho que hagas o tengas nunca vas a ser feliz—, yo opino que es dinámico, cíclico.
Porque, qué sucede si, como el 98% de la población, no tienes claro qué quieres ser. No encuentras tu propósito. ¿Te tiras 20 años meditando debajo de una higuera al puro estilo Buda?
A ver, que si te apetece —y te lo puedes permitir— no seré yo quien te disuada. Pero si tienes otro ritmo de vida, hay otras alternativas.
Haz, equivócate
En mi humilde opinión, todo el mundo no sólo tiene derecho a ser feliz sino que está en su mano. Y sí, lo sé, hay situaciones muy precarias y complicadas pero permíteme que generalice.
Como ya he apuntado, si es cierto que el 98% de la gente no sabe lo que quiere, ¿cómo puede encontrar la felicidad?
Mi respuesta es: probando. O sea: acción.
La teoría es muy bonita pero no hay nada como la práctica. Y ojo, no hablo de probar superficialmente, hablo de compromiso. Ésa es la única manera de saber si algo te encaja o no.
De hecho, la primera ves que me pasó fue en la adolescencia.
Siempre recordaré las matemáticas puras de C. O. U. —el curso puente para entrar a la universidad—. Concretamente la geometría Euclidiana.
Recuerdo que para mí, el japonés era como un puzzle para un niño de 3 años en comparación. Como no había forma humana de entenderlas y, menos aún, voluntad —me aburría indescriptiblemente—, mi tío, que estudiaba arquitectura, se ofreció a enseñarme.
Creo que nos tirábamos más de 4 horas al día, cada tarde, haciendo ejercicios y dando teoría —quizá sólo eran dos horas, pero yo recuerdo tardes interminables de sueño, aburrimiento y fatiga craneoencefálica.
No sé cuantas semanas pasaron, pero yo no notaba cambio alguno de un día para el siguiente. Bueno, sí: como sabía el tostón que me esperaba cada tarde, mis sensaciones de agobio se acentuaban día a día. ¡Qué coñazo!
Recuerdo que yo no entendía una p.m.. Sin embargo, mi tío, me hacía gestos en el aire de cómo se entrecruzarían los planos en el espacio.
—¿Cómo? ¿Qué esto va de planos en el espacio 3D? ¿No son números, fórmulas, ecuaciones y garabatos? Y la «x» y la «y» dichosas…
Entonces, un día, fue como si todo empezase a cobrar sentido.
Para no alargarme más, añadiré que hice el examen y saqué un 6. ¿Decepcionado?
Mi profesor de matemáticas no se lo podía creer y me felicitó mucho más que a cualquiera. Durante toda la clase no paró de sacar una y otra vez mi hazaña. Realmente no se creía mi progreso. Imaginaos mi nivel previo, jejejeje
Tanto la sensación de empezar a entender los conceptos como la subida de moral del profesor, me hicieron ver que podría acabar dedicándome a eso y disfrutar de las ¿odiosas? matemáticas.
No lo hice, cierto. Me gustan más las letras. Pero también tengo que decir que con estas últimas me pasó algo similar. Para resumirlo mucho, te diré que, en el pasado, un extranjero hubiera sido capaz de escribir mejor que yo con tan sólo media hora de clase de español…
¿Qué quiero decir con todo esto?
No es una secuencia, es dinámico
Como todo en la vida, no hay nada como actuar. Nada como el trabajo de campo para descubrirte a ti mismo. Para conocerte de verdad.
Y deberías celebrarlo porque, a diferencia de todos los demás animales que están condenados a vivir una vida semejante, nosotr@s tenemos el privilegio de ser el director de nuestras vidas. De ti depende las decisiones que tomes… y las que no tomes.
Así que, mi aportación para optimizar este concepto es que no se trata sólo de vivir el interior —SER— sino de encontrar un equilibrio entre éste y el mundo exterior —HACER y TENER—.
Eso sólo lo vamos a encontrar en el HACER. Nuestras creencias o intuición —SER— nos dirá que vamos a obtener una cosa u otra, pero el resultado real —TENER— sólo lo sabremos después de ejecutar nuestros actos.
Y, por supuesto, TENER también afecta sustancialmente. Una situación privilegiada puede ayudarte tanto como perjudicarte. Depende del tipo de personalidad que tengas o hayas desarrollado, puede que funciones mejor con apoyo y peor bajo presión; pero también hay personalidades que funcionan totalmente al contrario. Digamos que los hay que rinden mejor cuando tienen recursos y los hay que no mueven un dedo hasta que no ven que el agua les llega al cuello.
Eso sí, que nadie se equivoque, en cualquier caso es muy probable que el camino sea duro, muy duro. Así que, si queremos persistir, tendremos dos opciones:
a) Ser más duro que él. Especialmente si eres de los espera a que les llegue el agua al cuello.
b) Encontrar la forma de suavizarlo.
¿Cómo?
Disfrutando del proceso.
A menos que seas algo masoca y te guste especialmente el sufrimiento —cosa que te recomiendo reprogramar y cambiar enérgicamente. Más que nada porque el nivel de dificultad ya va a ser lo suficientemente alto de por sí como para andar complicándote—, yo de ti caminaría la segunda vía.
Soy Ray Havana, gracias por tu visita y que tomes excelentes decisiones.
Edu de la Fuente dice
Dicen que el maestro llega cuando el alumno está preparado pero además en este caso el maestro está preparado para cuando el alumno lo requiere: estuviste ahí cuando necesité consolidar mis habilidades sociales y ahora la filosofía de Área de Influencia me viene de perlas para ayudar a canalizarme en los proyectos profesionales que tengo en mente. Sigue así. ¡Gracias!
Ray Havana dice
Un auténtico placer Edu.
Me encantó ayudarte cuando me lo pediste y volveré a hacerlo encantado.
¡Mucho ánimo en tus proyectos y ya me contarás qué tal!